Y El le dijo: Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazon, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el grande y el primer mandamiento. Y el segundo es semejante a éste: Amaras a tu projimo como a ti mismo (Mateo 22:37-39).
Este es uno de mis pasajes favoritos de la Biblia. ¿Sabes por que? Porque me exhorta y me demanda a amar primeramente a Dios y después a mi prójimo. Si amamos a Dios, vamos a obedecer su palabra. Si en verdad amamos a Dios, vamos a amar al prójimo. Amar al prójimo será el resultado de nuestro amor por el.
El amor es el vehículo para establecer orden y paz. El amor pone todo en armonía. Debido a nuestra naturaleza humana y pecaminosa, amar no es algo que automáticamente podemos hacer. Pablo nos dice, “Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto” (Colosenses 3:14). Hay que vestirnos de amor y ponerlo por obra en nuestra vida diaria.
De la misma manera que nos ponemos una camisa, o cualquier pieza de ropa, el amor es una decisión. Cada día tenemos la oportunidad de tomar la decisión de amar o no amar. El amor es lo que hará el cambio y la diferencia en nuestra sociedad.
El apóstol Pablo nos enseña cuales son las características de el amor cristiano:
El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabara (1 Corintios 13:4-8).
¿Cuales de las características mencionadas del amor en este texto bíblico practicamos tu y yo en el día de hoy? Desafortunadamente pocas, sino ninguna.
El amor no es fácil. No es fácil porque hay que amar aunque no nos guste, y aunque no queramos. Dios requiere y demanda un amor sincero y genuino. Un amor que no es engañoso, egoísta, y condicional. Pero si queremos hacer su voluntad, le pediremos a Dios su ayuda para amar.
Dios, por medio del Espíritu Santo, nos dará el anhelo, deseo, y habilidad de amar. Sin importar quien sea, donde sea, y cuando sea. Porque el amar es de por vida. El amor es un proceso. Mientras vamos creciendo y madurando en el camino del Señor, aprenderemos a amar a los demás mas y mas.
El amor que vale es el de Dios. En el encontramos el verdadero amor. Un amor perfecto, divino e incondicional. Solamente por medio de el, y al experimentar su amor, podemos amar a muestro prójimo como a nosotros mismos, y así también testificar de ese amor al mundo.
En Cristo,
Jonnathan Menendez