Una Reflexión Sobre la Familia, el Latino, y el Evangelio

La Familia Como un Don de Dios

Dios creo a los primeros dos seres humanos—Adán y Eva—y los unió en matrimonio (vea Gen. 2:18-24). Adán y Eva tuvieron hijos, y estos hijos tuvieron hijos y así la tierra eventualmente fue poblada por un innumerable número de familias.

La verdad es que Dios creo a la familia. La familia no fue un accidente. La familia fue creada por Dios para reflejar la belleza, el gozo, y la bondad de la vida, los cuales encuentran su origen en el Creador mismo. Desafortunadamente, después de la rebelión del hombre, el pecado entro a la creación, afectando e infectado todo lo creo, incluyendo la familia. Desde entonces la familia nunca ha sido igual.

La familia a veces es lugar de pleitos, contiendas, peleas, y quejas. La familia sufre de relaciones rotas, caracterizadas por dolor, heridas emocionales, ausencia paternal, falta de perdón, falta de amor, y traición, entre muchos otros.

El Latino y Su Alto Concepto de La Familia

Cuando se trata del latino y la familia, las generalizaciones abundan. Algo que si es cierto es que el latino tiene un alto concepto de—y en varias situaciones, un alto compromiso a—la familia. De acuerdo a un estudio hecho por Barna Group, una compañía de investigación, los hispanos: “ponen un alto valor sobre la familia, nombrándola como la contribución más significante que Latinos hacen a la sociedad americana hoy, por delante de la ética de trabajo y herencia cultural” (mi traducción).[1]

Sobre el tema de la familia y comunidad, el profesor del Seminario Fuller, Juan F. Martínez, en su libro Caminando Entre el Pueblo, comenta lo siguiente: “La familia cobra más importancia porque define parte de una identidad más colectiva dentro de la comunidad.”[2]

La importancia que juega la familia ha llevado a millones de latinos a hacer uno de los más riesgosos viajes—ir al norte, a los Estados Unidos—sabiendo muy bien las posibles consecuencias, entre las cuales la muerte misma es una posibilidad.

Muchos han viajado a los Estados Unidos para trabajar y proveer un futuro mejor para sus familias, sean que estén en sus países de origen o sea que también hayan venido con ellos al “país de las oportunidades,” como algunos suelen decir.

El latino definitivamente tiene un alto concepto de la familia, la cual muestra varias características hermosas como: hermandad, solidaridad, hospitalidad, compañerismo, y compromiso, entre otras.

“Por supuesto, se necesita evitar el peligro de idealizar a la familia latina” comenta Martínez. “El machismo y la violencia familiar son realidades penosas en la familia latina y la iglesia necesita confrontar estos males de la realidad latina. No podemos seguir tapando estos problemas en nombre del ‘bienestar’ familiar.”[3]

La familia latina—y aun hasta la familia latina evangélica—está lejos de ser perfecta. Al igual que otras familias, la familia latina tiene sus males, como Martínez señala. Pero hay esperanza, no solo porque el latino tiene un alto concepto de la familia, sino porque el evangelio de Jesús cambia vidas.

El Evangelio

La familia latina es un regalo de Dios, pero ha sido dañada por el pecado. La familia, por muy buena que sea, no es lo que debería de ser porque está compuesta por pecadores, desde el más pequeño hasta el más grande. Las buenas noticias es que Dios, en Cristo, ha provisto un remedio al problema del pecado y, por consiguiente, un remedio a la disfunción y el caos familiar que a menudo vemos en nuestros hogares latinos.

Al explicar la metáfora, “rostro hispano de Jesús,” el evangelista y autor Raúl Zaldívar comenta: “El rostro hispano de Jesús significa que Dios ama a aquellas personas de origen hispano o sudamericano, significa que Cristo dio su vida por nosotros, y este hecho debe hacer mirarnos al espejo sin temor y decir: ‘He aquí la imagen de Dios’. El rostro hispano de Jesús es una metáfora que significa que Dios se identifica con nosotros plenamente.”[4]

Zaldívar nos recuerda que Dios ama al latino (al igual que otras etnias). Y el latino ha sido creado a—y tiene la capacidad de seguir portando la—imagen de Dios. Esta no es una simple opinión, sino una verdad absoluta que debería de formar parte de nuestra cosmovisión; una verdad que debería formar parte de nuestro entendimiento sobre la narrativa e implicaciones del evangelio.

Cuando se trata de la familia latina, el evangelio necesita penetrar los corazones, si en verdad queremos ver resultados positivos. En el evangelio, cada individuo de la familia puede obtener, primero, paz con Dios; y segundo, paz con los demás miembros.

La enemistad entre el pecador y Dios es abolida/anulada por el sacrificio sustitutorio de Cristo a favor de pecadores. La enemistad entre los miembros pecadores de la familia es, similarmente, abolida por la persona y obra de Jesús, la cual es aplicada al pecador por medio del Espíritu Santo. El pecador redimido es capacitado—por medio del Espíritu y la Palabra—a perdonar y amar, lo cual nos da tanto a nosotros como a otros otra oportunidad de empezar de nuevo y procurar hacer las cosas bien.

Y este es solo el comienzo. Transformación es posible en Jesús. ¿Qué tipo de transformación? Una transformación que renueva mentes y toca corazones, facilitando la restauración de relaciones rotas y dañadas, para la gloria de Dios y el bienestar de otros.

El evangelio es la única solución verdadera y duradera que la pecaminosa familia latina (aun hasta la cristiana) urgentemente necesita. Cualquier otro remedio, aunque produzca ciertos resultados en lo exterior por algún periodo de tiempo, será incapaz de producir un cambio interno en el corazón que en verdad marque la diferencia.

Viendo a la Familia Como Nuestro Ministerio

Mi colega en el ministerio acaba de tomar dos semanas de vacaciones para estar con su familia. No sé si trabajo en su negocio o no durante estas semanas, pero lo que sé es que tomo dos domingos de descanso de no asistir al servicio de adoración. Para algunos, el hecho de que uno de los lideres pastorales claves este ausente dos domingos consecutivos es extraño, si no hasta un poco escandoloso.

Al pensarlo, el hecho de que mi colega haya tomado tiempo específico para estar con su familia es inteligente y, a largo plazo, mas beneficioso para todos, empezando con su familia. Un líder con una buena relación con su familia podrá servir y liderar mejor.

Lamentablemente, a la luz de la dicotomía (separación/división) entre lo sagrado y lo secular, la iglesia hispana ha vivido la trágica consecuencia de tal división no saludable entre el ministerio y la familia. Lo que a veces sucede es que muchos tienen que escoger entre servir a Dios o servir a la familia como si las dos cosas fueran mutuamente excluyente.

Hace poco tuve una conversación con un adulto joven quien estaba tratando entender la relación entre familia y el ministerio. Le recordé a este adulto joven que el primer ministerio es la familia, y que servir en la iglesia a expensa de nuestra familia no solo es pecado, sino también dañino para la familia.

Necesitamos una perspectiva bíblica que combate la falsa dicotomía entre lo sagrado y lo secular; una perspectiva bíblica integral que nos enseña que toda la vida es para Dios. Una implicación seria que hacer ministerio es servir a nuestra familia tanto biológica como espiritual, pero que la primera tiene prioridad sobre la segunda en esta vida.

La familia latina, tanto creyente como no–creyente, en este país ha sufrido. Debido a necesidades económicas, ambos padres a menudo trabajan para sobrellevar los gastos de la familia, pero a expensa de su relación con sus hijos. Los gastos y las deudas se pagan, pero los hijos crecen sin desarrollar relación, amistad, y confianza con sus padres, que, a largo plazo, resulta en peores consecuencias.

En Cristo, la familia y el ministerio tienen nuevo significado. El evangelio debe tanto corregir la falsa dicotomía entre lo sagrado/secular como plantear una visión de la familia como nuestro primer y más importante ministerio. Así que no tenemos que escoger entre la familia y el ministerio, podemos hacer ambos para la gloria de Dios y el gozo de los demás.

Intencionalidad en Desarrollar Relaciones

Desarrollar relaciones es sumamente importante. Se debe hacer lo posible para invertir nuestro tiempo, energía, y recursos para cultivar estas relaciones en la familia. Esto requiere tomar decisiones sabias para no descuidar a la familia.

La familia es llamada a discipular a sus hijos. Este no es deber de la iglesia solamente. La iglesia debería de capacitar a padres y apoyarlos en la tarea del discipulado, en vez de reemplazarlos a ellos. Pero los padres latinos pasan ocupados y no tienen tiempo para la familia, ni mucho menos para el discipulado intencional de los hijos.

La provisión económica no lo es todo. El trabajo no lo es todo. El sueño americano no es el plan divino para nuestras vidas. En el evangelio, los padres son llamados tanto a ser fieles y constantes en trabajar y proveer como a facilitar el desarrollo relacional entre miembros de la familia.

Escribiendo principalmente a pastores, pero cuya recomendación practica aplica a todos los creyentes, Pastor José Mercado habla acerca de la importancia de ser intencionales:

Si no somos intencionales en darle prioridad a nuestras familias, no le vamos a dar la prioridad que se merecen. Esto quiere decir que debemos tomar el tiempo, no solo para pasar tiempo con ellos, si no también a dedicar tiempo para planificar que estos tiempos sean significativos y productivos. Si no eres intencional no vas a pasar tiempo significativo con tu familia y tu tiempo será consumido completamente por el ministerio. La realidad es que tu familia va a darse cuenta si ellos son la prioridad o no. Desde los más pequeños hasta tu esposa, ellos van a saber si sientes que son un obstáculo para tu ministerio o el apoyo fundamental y tu prioridad, lo que requiere de tu intencionalidad y esfuerzo.[5]

La necesidad de ser intencionales con nuestra familia es más urgente que nunca. Vivimos en un sociedad altamente distraída y ocupada con un montón de cosas. Desarrollar relaciones fuertes en estos días es desafiante, pero no imposible. La familia latina necesita aprender a hacer esto con gracia y bondad. Y podemos aprender porque Cristo seguirá cambiando nuestras prioridades para mejor reflejar Su corazón hacía otros.

La Familia Latina y la Soltería

Nuestra iglesia en particular es compuesta principalmente por personas casadas con una minoría de personas solteras, lo cual es común en muchas iglesias. Si hay un área que el evangelio tiene que impactar es el área de la soltería dentro de la comunidad latina evangélica.

Ser soltero en la comunidad latina es difícil. ¿Por qué? Debido a que la comunidad latina valora la familia, la soltería es vista como un “problema” que resolver lo más pronto posible.

Uno pensaría que la iglesia latina evangélica fuera diferente en este asunto, pero este no es el caso. En casos extremos, el legalismo domina asuntos de relaciones y soltería; y en otros casos, los solteros (hombres y mujeres) no son apropiadamente ministrados, alentados, y empoderados para ser y hacer todo lo que Dios los ha llamado a ser y hacer. Hay hermanos que tienen buenas intenciones, pero hacerlo sentir a uno incompleto por estar solo no ayuda para nada.

No pretendo resolver este asunto particular, sino simplemente traerlo a la luz para que empecemos a conversar al respecto. Pero si puedo decir que, a la luz del evangelio, la soltería no es un problema que resolver. La soltería no es una maldición. La soltería es un don de Dios. La persona soltera no es una persona de segunda clase. La persona soltera no es menos humana por no tener un compañero/a especial. La persona soltera—al igual que la casada—tiene, en Cristo, una identidad única como hijo e hija de Dios, lo cual cambia todo, aun cuando la soltería permanece.

Foto: © 2017 Juan 1:16


Obras Citadas:

[1] Hispanic America: Faith, Values, and Priorities (Barna Group: Ventura, CA, 2012), 44. (Puede adquirir este libro en español aquí: https://barna-resources.myshopify.com/products/hispanos-americanos-pdf)

[2] Juan F. Martínez, Caminando Entre el Pueblo: Ministerio Latino en los Estados Unidos (Abingdon Press: Nashville, TN, 2008), 66. (Puede adquirir este libro aquí: http://a.co/fmRHo42)

[3] Martínez, Caminando Entre el Pueblo, 66.

[4] Raúl Zaldívar, Miguel Álvarez, y David E. Ramírez, El Rostro Hispano de Jesús: Una Visión Cultural, Pastoral y Social (Editorial Clie: Barcelona, 2014), 90. (Puede adquirir este libro aquí: http://a.co/0pSE6ML)

[5] José Mercado, “Tu Familia Es Prioridad,” publicado por Coalición Por El Evangelio el 10/21/14. https://www.thegospelcoalition.org/coalicion/article/tu-familia-es-prioridad

¡Él Vive! (Parte 3)

Nota al lector: Esta es la tercera parte (lee Parte 1 y Parte 2) de una serie de blogs acerca de la resurrección. Espero que sea de edificación.

¿Qué tan importante fue y es la resurrección de Jesús? El Apóstol Pablo, corrigiendo falsa enseñanza acerca de la resurrección en general, y de Jesús en particular, escribió lo siguiente en su primera carta a la iglesia de Corinto:

12 Ahora bien, si se predica que Cristo (el Mesías) ha resucitado de entre los muertos, ¿cómo dicen algunos entre ustedes que no hay resurrección de muertos? 13 Y si no hay resurrección de muertos, entonces ni siquiera Cristo ha resucitado; 14 y si Cristo no ha resucitado, vana es entonces nuestra predicación, y vana también la fe de ustedes. 15 Aún más, somos hallados testigos falsos de Dios, porque hemos testificado contra Dios que El resucitó a Cristo, a quien no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan. 16 Porque si los muertos no resucitan, entonces ni siquiera Cristo ha resucitado; 17 y si Cristo no ha resucitado, la fe de ustedes es falsa; todavía están en sus pecados. 18 Entonces también los que han dormido (han muerto) en Cristo están perdidos. 19 Si hemos esperado en Cristo para esta vida solamente, somos, de todos los hombres, los más dignos de lástima (15:12-19, NBLH; énfasis agregado).

El argumento aquí de Pablo es fácil de entender: si no hay resurrección de los muertos, Cristo no ha resucitado; y si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación y fe. En otras palabras, es una fe falsa porque su fundamento es falso. Pero, hay buenas noticias. La verdad es, de acuerdo a Pablo, lo opuesto: ¡Cristo ha resucitado! Él lo dice de la siguiente manera:

Pero ahora Cristo ha resucitado de entre los muertos, primicias de los que durmieron (murieron). 21 Porque ya que la muerte entró por un hombre, también por un hombre vino la resurrección de los muertos. 22 Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados” (15:20-22, énfasis agregado).

Pablo afirma que Cristo resucito de los muertos, y esto significa que nuestra fe y predicación tiene una base sólida. La resurrección de Jesús lo cambia todo, absolutamente todo.

Tal vez usted se está preguntando: “¿Por qué debemos de creer lo que dijo Pablo?” o ¿Cómo sabemos si en verdad sucedió la resurrección?” o “¿Qué evidencia hay para comprobar la resurrección?”

Hay muchas cosas que se pueden decir aquí. De hecho, hay una gran cantidad de libros que tratan con este asunto. Solo mencionare tres breves puntos:

1. El Testimonio de los Apóstoles (Lee Hechos 2:32; 3:15; 5:32; 10:39–41).

Una tras otra vez los apóstoles confesaron su testimonio de que vieron al Cristo Resucitado. Ellos no podían mentir. Ellos no podían negar lo que vieron. Por lo tanto, nadie los pudo detener. El cristianismo exploto, y el movimiento continúa hasta el día de hoy.

2. El Testimonio y La Vida de Pablo (Lee Hechos 9:1-19; 1 Cor. 15:1-11).

El más grande defensor del cristianismo en el primer siglo fue, en mi opinión, el Apóstol Pablo. ¿Sabe quién era Pablo antes de convertirse en un cristiano? Pablo era un perseguidor de la iglesia. Muchos cristianos fueron encarcelados y matados por la influencia y el celo religioso de Pablo. ¿Entonces qué fue lo que cambio a Pablo? Nada más y nada menos que un encuentro personal con el Cristo Resucitado. Un ex-perseguidor de la iglesia se convirtió en una de las más notable figuras del cristianismo.

3. La Existencia de la Iglesia (Lee 1 Timoteo 3:14-16).

La iglesia es, de acuerdo a Pablo, una “columna y sostén de la verdad.” ¿Que verdad? La verdad acerca de la encarnación, muerte, y resurrección de Jesús. Dos mil años después y la Iglesia continua, por la gracia de Dios, predicando el Evangelio. La Iglesia sigue testificado acerca de Dios y Su plan de restaurar todas las cosas en, y a través de, la persona y obra de Jesucristo.

Conclusion

La fe cristiana tiene una firme e inquebrantable fundación—la muerte y resurrección de Jesús. Aquí es donde nosotros los creyentes encontramos seguridad para el presente y esperanza para el futuro.

Nuestra fe cristiana está basada en la muerte y resurrección de Jesucristo. Si usted quita una de estos hechos históricos, el fundamento de nuestra fe se desmorona. Pero en realidad, nadie puede “quitar” estos hechos históricos, solo negarlos.

La resurrección de Jesús hace que el cristianismo sea distinto a las otras religiones del mundo. El cristianismo es la única “religión” en el mundo que proclama que Su fundador y líder no está muerto, sino vivo; y, no solo eso, sino que está sentado a la diestra de Dios Padre y que muy pronto regresara por segunda vez como dice el autor del libro de Hebreos, “así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan” (9:28, énfasis agregado).

La resurrección de Jesús fue un evento histórico que impacto a grupo insignificante de discípulos a darlo todo por compartir este mensaje de esperanza. Si creemos lo que la Biblia enseñar acerca de la resurrección de Jesús, nuestras vidas, así como la de los primeros cristianos, nunca serán las mismas.

¡Él Vive! (Parte 2)

Nota al lector: Esta es la segunda parte (lee Parte 1 aqui) de una serie de blogs acerca de la resurrección que estaré escribiendo esta semana santa en preparación para la celebración de la pascua este domingo. Espero que sea de edificación.

Hoy vamos usar nuestra muy-avanzada máquina de tiempo—es decir nuestras mente—para regresar dos mil años atrás a ese glorioso domingo cuando todo cambio. Vamos a re-vivir ese momento sobrenatural al leer, meditar, y reflexionar en la resurrección de Jesucristo.

Para ello, vamos a consultar con un testigo—alguien que vio personalmente al Cristo Resucitado. Este es el testimonio del ex–recaudador de impuestos, convertido en apóstol, Mateo:

Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María vinieron a ver el sepulcro. 2 Y se produjo un gran terremoto, porque un ángel del Señor descendiendo del cielo, y acercándose, removió la piedra y se sentó sobre ella. 3 Su aspecto era como un relámpago, y su vestidura blanca como la nieve; 4 y de miedo a él los guardias temblaron y se quedaron como muertos. 5 Hablando el ángel, dijo a las mujeres: “Ustedes, no teman; porque yo sé que buscan a Jesús, el que fue crucificado. 6 No está aquí, porque ha resucitado, tal como El dijo. Vengan, vean el lugar donde estaba puesto. 7 Vayan pronto, y digan a Sus discípulos que El ha resucitado de entre los muertos; y El va delante de ustedes a Galilea; allí Lo verán. Miren, se los he dicho.” 8 Y ellas, alejándose a toda prisa del sepulcro con temor y gran gozo, corrieron a dar las noticias a los discípulos. 9 De repente Jesús les salió al encuentro, diciendo: “¡Saludos!” Y ellas, acercándose, abrazaron Sus pies y Lo adoraron. 10 Entonces Jesús les dijo: “No teman. Vayan, avisen a Mis hermanos que vayan a Galilea, y allí Me verán.” (28:1-10, NBLH)

Este pasaje incluye varios detalles que solo un testigo fiel es capaz de compartir. Tomemos una mirada más cercana:

Un Domingo al Amanecer (v. 1)

Mateo inicia diciendo que todo cambio un domingo. Ese día, María Magdalena y otra María (este nombre parece que era popular)—dos fieles seguidoras del Mesías—fueron a la tumba de Jesús.

Aparición Angelical (v. 2-4)

Mateo nos informa que hubo un terremoto causado por la apariencia (¿aterrizaje brusco?), de un ángel del cielo cuyo aspecto causo gran terror en los bien-entrenados, guardias de Roma. Pastor John MacArthur, en la Biblia de Estudio MacArthur, dice que los guardias “no estaban simplemente paralizados con temor, sino completamente inconscientes, totalmente traumatizados por lo que habían visto.”

Como si nada, este ángel quito la gran piedra y se sentó en ella (un poco chistoso, ¿verdad?). Mateo nos describe la apariencia del ángel como un “relámpago,” cuya ropa era “blanca como la nieve.” Esta descripción del ángel no era fuera de lo común.

En la Biblia encontramos varias historias de encuentros personales con ángeles y todas, por lo regular, describen a ángeles en la misma manera—como seres vivientes sobrenaturales, cuyo propósito era (y es) el de compartir un mensaje de parte de Dios.

La Biblia nos enseña que estos ángeles de Dios reconocen sus funciones como mensajeros; por lo tanto, rechazan cualquier tipo de adoración, sabiendo que El único que la merece es Dios y nadie más.

Buenas Noticias e Instrucciones (v. 5-7)

Mateo nos cuenta que el ángel hablo y dijo lo siguiente: “Ustedes, no teman; porque yo sé que buscan a Jesús, el que fue crucificado. 6 No está aquí, porque ha resucitado, tal como Él dijo. Vengan, vean el lugar donde estaba puesto” (v. 5b-6). El ángel inmediatamente comparte las buenas noticias a las mujeres. ¿Cuál era el mensaje? ¡Jesús ha resucitado! ¡Él vive!

Es importante notar que el ángel les recuerda a las mujeres que Jesús resucito tal como Él había dicho. Mateo nos dice, en otro pasaje, que Jesús profetizo su muerte y resurrección en varias ocasiones: “Desde entonces Jesucristo comenzó a declarar a Sus discípulos que debía ir a Jerusalén y sufrir muchas cosas de parte de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer día” (16:21). El ángel, en pocas palabras, dijo que la resurrección de Jesús fue cumplimiento de profecía.

El ángel, también, invita a las mujeres—por si acaso no creían que Jesús había resucitado—a ver el lugar vacío donde Jesús había sido puesto. Y por último, el ángel instruye a las mujeres a hacer los mismo que el hizo—compartir con urgencia las buenas noticias que Jesús está vivo y que se iba a reunir con los discípulos en Galilea.

¡Sorpresa! (v. 8-10)

Si la apariencia de un ángel no era suficiente para darles un ataque al corazón a las mujeres, tal vez el encuentro con el siguiente personaje las iba a poner en un estado de shock.

Mateo nos cuenta que de repente Jesús—El que había muerto una muerte horrible y vergonzosa—aparece a las mujeres, confirmando lo que el ángel había dicho. “¡Saludos!” dijo Jesús. Mateo nos informa que las mujeres se acercaron a Jesús y “abrazaron Sus pies y Lo adoraron” (v. 9b, enfasis agregado). Esto nos confirma que Jesús no era simplemente un espíritu volando, sino una persona con un cuerpo fisico y palpable—un cuerpo de resurrección.

Es interesante notar que Jesús, siendo un hombre judío—conocedor de la Ley, la cual enfatiza que solo Dios es digno de adoración—no rechaza la adoración, sino la recibe. Jesús acepta el reconocimiento de Su deidad. En otras palabras, Jesús está diciendo, implícitamente, que Él es Dios.

Aquí vemos la manera correcta de como cada ser humano debe responder al Jesús Resucitado. Estas mujeres nos dan un ejemplo digno de ser imitado. Ellas reconocieron que Jesús era el Mesías Crucificado y Resucitado. Sus vidas nunca fueron igual.

Un poco más adelante en este mismo capítulo, Mateo nos relata la reunión de Jesús y sus discípulos (sin Judas Iscariote, quien se orco) en Galilea y, con toda honestidad, nos informa que algunos creyeron y otros dudaron (v. 16-17). Mateo concluye su testimonio (su libro) con lo que es conocido como “La Gran Comisión,” donde el Cristo Resucitado con toda autoridad comisiona a Sus discípulos a predicar el evangelio y hacer discípulos de todas las naciones (v. 18-20). Esta es la misión de la Iglesia de hoy.

Reflexión

Que historia más asombrosa, ¿verdad? Pero aún más asombroso es el hecho de que esta historia sucedió. Aquí leímos el humilde y honesto testimonio de uno de los discípulos de Jesús. Si esta historia hubiera sido un cuento ficticio, no hubiera tenido tanto impacto en la vida de los discípulos, quienes tal vez hubieran regresado a sus vidas normales, evitándose todo el sufrimiento y persecución que más adelante iban a experimentar por causa del Evangelio.

Y, si Mateo hubiera inventado esta historia, no hubiera mencionado a mujeres (quienes, desafortunadamente, no tenían una voz y derechos como las mujeres hoy en día) o hablado mal de algunos de sus colegas (el v. 17 dice que algunos discípulos dudaron). El simple hecho de que Mateo menciona estos detalles nos afirma que su testimonio es verdadero y confiable.

Mantengase al tanto para Parte 3.

¡Él Vive! (Parte 1)

Nota al lector: Esta es la primera parte de una serie de blogs acerca de la resurrección que estaré escribiendo esta semana santa en preparación para la celebración de la pascua este domingo. Espero que sea de edificación.

La Tumba Vacía

En el año 2009, Dios me dio, para mi sorpresa, el gran privilegio de ir a Israel. A pesar de ser desanimado por la comercialización de todo, tuve una experiencia inolvidable. Después de un total de casi 20 horas de vuelo, aterrizamos en el aeropuerto de Tel Aviv, Israel.

Después de acomodarnos en el hotel a la orilla del Mar de Galilea, empezamos nuestra emocionante excursión de diez días. Tuvimos la oportunidad de visitar varios lugares turísticos como: Jerusalén, el Mar de Galilea, Capernaum, Masada, el Jardín de Getsemaní, Belén, y el Monte de las Bienaventuranzas, entre muchos más.

Obviamente han pasado más de dos mil años desde que Jesús vivió en Israel, así que las cosas han cambiado drásticamente; por lo tanto, algunos lugares fueron más interesantes visitar que otros.

Todavía me recuerdo muy bien del paseo de barco por las aguas del Mar de Galilea. Fue un tiempo tranquilo y refrescante. También me recuerdo del rico olor del muy popular pan de pita, mientras caminábamos por el mercado de la ciudad antigua de Jerusalén.

Y, por supuesto, me recuerdo de las dos chicas Israelitas que trataron de decirme en hebreo que yo me parecía a un muchacho que ellas conocían que, al presentármelo, en verdad, ¡pensé que era mi gemelo perdido! Sí, me recuerdo muy bien. Fue un tiempo muy agradable.

Pero de todos lugares que visite, y de todas las cosas que vi, y de todos los momentos especiales que tuve, ¿adivine cuál fue el momento más impactante para mí? El momento más impactante para mí fue visitar la tumbía vacía de Jesús, donde tuvimos un devocional y yo participe por primera vez de la santa cena.

La puerta de la tumba vacía dice en Ingles, “He is not here—for he is risen,” que significa, “Él no está aquí—porque Él ha resucitado.” Este fue el lugar y las palabras más impactantes para mí durante todo el viaje.

Si a mí me impacto visitar el lugar donde tradicionalmente creen que esta la tumba vacía de Jesús dos mil años después del hecho, pregúntese: ¿cuánto más impacto tuvo la resurrección para los primeros seguidores de Jesús?

La resurrección fue algo increíblemente impactante. Las primeras mujeres que visitaron la tumba vacía ya no fueron las mismas después de encontrarse con el Mesías Crucificado y Resucitado. Los apóstoles cambiaron de hombres incrédulos a hombres valientes e imparables—hombres que predicaron las buenas noticias del Mesías Crucificado y Resucitado hasta la muerte.

Muchos otros—incluyendo a Jacobo, el medio-hermano de Jesús—fueron totalmente transformados por este acontecimiento. Sus vidas fueron impactadas por la resurrección de Jesucristo al tan punto de que se comprometieron a una sola causa—la predicación y demostración del Evangelio. El mundo nunca ha sido el mismo desde entonces.